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Cómo escribir un cuento o un esbozo de novela

Nunca empiece una historia con la frase “un hombre caminaba…”. Me pregunto ¿a un hombre no le puede pasar nada mientras camina? O ¿es caminar algo fisiológicamente desagradable? Algo execrable! Como hablar de una intoxicación! Yo empiezo las narraciones con cualquier frase, y las continúo hasta donde se empiezan a volver inverosímiles; como “un hombre caminaba a pasos fatigosos hasta que se encontró un león de frente”. No es que sea imposible, pero la escasez de casos no lo hace interesante, tal vez sea por la predictibilidad del final: “y se lo comió”, o… Y aquí me gustaría diferenciar entre invención e imposible: es inverosímil que un león se encuentre a alguien de frente y se haga a un lado; imposible es “un hombre caminaba a pasos fatigosos y se encontró un león, éste se le abalanzó y el primero lo mató de un puño”.

Las historias buenas parecen escritas de un solo tirón, pero eso sólo se da porque se ha ido limando, cortando, puliendo, adicionando. Y la frase inicial pierde el significado con solo agregarle un nombre y un adjetivo: “un hombre caminaba a pasos fatigosos hasta que se encontró un león de plástico”; se puede pensar que un león es más interesante que su contraparte de plástico, lo cual es cierto en realidad, pero en la ficción un león de verdad elimina las posibilidades de desarrollo narrativo, mientras que el aviso de un león de plástico nos permite seguir la historia y nos abre un nuevo derrotero para la misma. “Un hombre caminaba a pasos fatigosos hasta que se encontró un aviso de un león de plástico que tenía en sus garras un letrero con la leyenda se hacen tatuajes; el hombre entró y decidió hacerse un tatuaje de su nombre en letras góticas, por si alguna vez se perdía y solo lo podían encontrar por el nombre escrito”.

Una frase puede dar al traste con un buen cuento, no porque mate la historia, sino porque dos palabras pueden volver una historia impactante en algo que sólo se puede comprender a lo largo de pequeñas situaciones. “Un hombre caminaba a pasos fatigosos hasta que se encontró con un aviso de un león hecho en plástico, que sostenía en sus garras la leyenda se hacen tatuajes. El hombre entró y se tatuó su nombre”, a esta altura un párrafo puede encontrar su vocación.

“Y con el paso del tiempo, su nombre se puso rojo, azul, negro y algo ponzoñoso hasta que le tuvieron que amputar el nombre”.

En una novela es más simbólico el nombre tatuado, representa el dolor de un bombero que de alguna u otra manera sabe que solo lo van a reconocer por un tatuaje, o un pedazo de lo que quede después de un infierno; pero eso de no usar una frase para comenzar es francamente, un consejo pendejo.

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