La clase media
La clase media se encuentra en una encrucijada; la otrora turbina del progreso y desarrollo, la clase creadora y consumidora del confort. Ahora se encuentra confrontada por todas partes, particularmente desde adentro de ella misma.
El grupo humano en cuestión nunca fue muy homogéneo en sus características, siendo su único común denominador la relativa comodidad frente a los demás ciudadanos de sus respectivos países. Hoy, la clase media es una amplia gama de ciudadanos que se encuentran constantemente en el afán de salir de ella, o mejor dicho, de crear un espacio propio desde el que identificarse: llámese clase alta, por la cantidad de capital acumulado o clase intelectual, producto de la creación de conocimiento. Personalmente creo que el motor principal de la clase media es su afán por autodefinición, una versión distorsionada de la libertad individual que es uno de los pilares de la democracia; prueba de ésto es el temor paranoico de caer en la clase baja, la miseria, la pobreza que vendría a representar una sociedad aún menos diferenciada, un lugar espeso y viscoso donde todo es igual.
Si observamos el funcionamiento de la clase baja como un infierno posible al que la clase media puede descender, podemos extraer que el motor de la existencia de la clase media es el continuo cambio; ya no podemos hablar de progreso o desarrollo, porque en estos estaríamos dejando implícito que el primer escalón (clase baja) aún hace parte constitutiva del último (clase alta). Cuando profundizamos en la lógica de la clase media, nos encontramos que ésta es el cambio constante, cercano a la creación desde cero. La clase baja entonces, sería un lugar del que salieron nuestros padres y al que no van a volver nuestros hijos.
Personalmente creo que las características de este grupo son el eterno movimiento, sin importar la dirección, el afán de ampliar los conocimientos o los ingresos y la paranoia de nunca saber en qué lugar se encuentra frente a la próxima generación; esto debido a que en cualquier momento un individuo logra dar en el clavo con una idea que reduzca determinado proceso, y esa optimización es probable que lo deje fuera del sistema.
Si bien la clase media fue el grupo social que llevó los valores de la libertad de pensamiento, libertad de prensa, y libertad de culto, también fue la portadora de los conceptos de utilitarismo y por lo tanto el enemigo natural de aquello que se entiende como libertad. Los conceptos utilitarios se vieron confrontados a los preceptos filosóficos, como si se tratara de un hombre haciendo pulso consigo mismo.
Podemos predecir que, un proceso de autofagia similar, sucederá en un futuro no muy lejano entre los mismos miembros de la clase media: entre pensionados y trabajadores. Ello se debe a que, si el alma es el movimiento, el retirarse de ese movimiento es equivalente a morir, a volverse un cadáver en descomposición que espanta con su olor; el pensionado pasa a ser una sola cosa, un detentador, el conservador de lo que en su tiempo fuera un cambio, lo que en un productor significa aplazar su época, negar la creación de su propio mundo.
Al recoger la idea de la imposibilidad de existencia pacífica de dos grandes grupos contrarios entre sí, podemos seguir explorando aquello que hace a la clase media actual: si leemos nuevamente el texto, nos podemos percatar de los términos: bajo, medio, alto. Todos conllevan una cadena lógica de progreso industrial, como si de un gráfico estadístico se tratara, todo se mide en un lenguaje mecanicista de eficiencia: mayor beneficio a menor esfuerzo. Esto nos señala que el individuo que se supone libre viene a importar muy poco, porque éste, para ser sinceros, carece de relevancia y cuando se adquiere suficiente importancia individual, un hombre se vuelve símbolo, logotipo de sí mismo.
La clase media es por lo tanto una máquina que se repara así misma, se actualiza y desecha aquello que ya no usa, concediendo valor a aquello que pesa menos y ocupa el menor espacio. En una actualización reciente de “mejor la inteligencia que la fuerza”, nos encontramos con que el trabajo físico, casi que consagra al hombre a la clase baja y si mejoramos nuestra capacidad de pensamiento (léase manejo de datos en micras de segundo), nos encontraremos que el que más piensa, es el que está en la cúspide; pero el que más piensa, en realidad es un algoritmo robótico especialmente diseñado para reaccionar, aprovechar y corregir los movimientos de la clase media con el fin de sacarle el mayor lucro posible, es decir la eficiencia suprime los valores intrínsecos de la clase.
Quizá está próximo el día en que, la mayoría de hombres que hacemos trabajos intelectuales seremos reemplazados por algoritmos.
Adenda: pese a la cacofonía generada por repetir numerosas veces “clase media”, me temo que ésta ni siquiera es una clase, o por lo menos una no muy solidaría. A manera de ejemplo, podemos ver el estado actual de Detroit, la alguna vez madre de todas las ciudades, de la clase en sí misma: vio su economía desplomarse y nadie llegó a tenderle la mano, más bien todos lo dieron como un proceso natural. Sin embargo lo único natural es el desapego de los miembros de ésta clase, si es que existe tal, de cualquier otro individuo perteneciente a ella.