Cuatro conspiradores
- Luis Gabriel Vargas
- 18 ene 2018
- 2 Min. de lectura
Cuatro conspiradores
Cuatro conspiradores comunistas concertaban los puntos finales de la toma del palacio; cada cual entró con su jeta más violenta al cuarto trasero donde guardaban los traperos, recogieron un poco y pusieron el mapa mal garabateado que uno de ellos había logrado conseguir con el guardia del portón central. Cada uno se ubicó en uno de los puntos cardinales.
Norte señaló un punto sin importancia, en él era más importante el gesto de azotar la mano fuertemente contra la mesa, después señaló:
- El punto -se paró y dijo mirando a todos - ¡es nuestro!-
Sur lo miró a los ojos y le dijo, sosteniendo la mirada:
- Entraremos por la parte de atrás y someteremos a los empleados.
- ¡Nada podría esperarse de uno que finge, la revolución se hace por delante o no se hace!
La tensión fue intensificándose al punto de la ruptura, o por lo menos, eso era como lo concebía Oeste, y por el bien del pueblo Este decidió intervenir, pese a que no estaba en su genética. Se arrimó un poco a la mesa y girando la cabeza de un lado a otro les dijo a los rivales:
- No es hora de pelear, la toma del palacio no es otra cosa que un símbolo, uno con importancia relativa, la revolución está resuelta y los verdaderos héroes son el pueblo, el pueblo dolorido.
Norte y Sur, que no toleraban las sandeces de los burgueses convertidos en adalides de la paz, volvieron sus rostros hacia Oeste y entre feroces palabras le fueron soltando las paparruchas de una mente bolchevique y unas un poco más moderadas le gritaron:
- ¡Traidor hijo de burgués!
- ¡Falso conciliador!
- ¡Perro! ¡Alimaña! ¡Rata! ¡basura!
Los insultos se siguieron intercalando y subiendo en intensidad, nunca Norte y Sur habían estado tan cerca ideológicamente.
Sin vérselo venir un rumor, más bien un murmullo, se apoderó de todo el cuartito.
- Uumm.
Los tres se quedaron en silencio y concentraron sus miradas hacia éste.
- ¿Es que no puedes hablar?
- Uumm.
- ¿Qué te crees?
- Uumm.
- ¡Te mataré!
- ¡Te retractas capitalista!
- ¡Maldito!
Los cuatro conspiradores comunistas rompieron en gritos, mordiscos y lastimeros quejidos, uno azotó al otro contra la pared y una patada de otro golpeó al último. Uno mató a otro y ése a otro, quien a su vez mató al último, y el que más duró en desangrarse se dio por bien servido, como el vencedor y salvador de la patria.
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