Los Gatos
Llegué al extremo abandonado de la ciudad y después de tomar unas fotografías de las fábricas de muebles, me senté en la banca de un parque.
Las horas pasaron y cuando comenzaba a oscurecer me levanté para irme; tan pronto toqué el bolsillo me percaté de que no llevaba dinero para regresar. Volví a sentarme y adopté una posición fetal con el fin de ahorrar calor durante la noche.
Tan pronto la oscuridad se apoderó completamente del cielo, los gatos comenzaron a salir para cazar; las ratas se habían ido, las ancianas que aún quedaban tenían bien tableadas puertas y ventanas.
Uno a uno se fueron reuniendo los gatos hasta que fueron suficientes para inmovilizarme en el primer ataque. Los maullidos comenzaron y se fueron incrementando hasta formar un único sonido, finalmente se abalanzaron sobre el intruso, sobre la presa.