Mientras sujetaba la garganta e iba aumentando la presión sobre ella, el estrangulador reflexionó sobre lo que pensarían sus víctimas… recordarán lo sucedido en sus vidas, pensarán en Dios o se dirán a sí mismas: “no debí salir a comprar esas tres cosas, hubiera podido dormir tranquilamente sin ellas, y mañana leería en el diario sobre la estrangulada, y no sería la página de lectura durante el desayuno”.