La receta original
Tantos sueños rotos fueron los que condujeron a mi madre a preparar esa noche la cena. Todos llegamos de nuestras labores, y papá acudió después de insistirle en verlo para tratar un negocio.
Tomamos un digestivo y bebimos la sopa de setas hecha con la receta de la abuela, el sabor no era el mismo, quizás producto de “la mano”, extraño fenómeno que ocurre sobre todo en las mujeres y su relación con la comida y las plantas; en los hombres este fenómeno se limita a su trato con las mujeres. Seguimos hablando de proyectos con mi padre y comparando este plato de mamá con el de la abuela, batalla en que la abuelita salía ganadora.
Mamá continuaba sonriendo cordialmente e interrumpiendo su cena, sin que lográramos entender por qué insistía en comerla con nosotros en vez de la cocina, y así no tener que levantarse tan a menudo para irnos a traer el siguiente plato.
En una de esas idas y venidas mamá sonrió y dijo calmadamente, mientras partía las sílabas para hacer un poema: tranquilos todos, pronto podrán cenar los platos, con la receta de la abuelita muerta.