No lograba encontrar el relato que había guardado en el archivador correspondiente a las letras A-B-C; poco importaba que las catástrofes que precedían el fin de los tiempos se encontraran relacionadas con lo escrito en ese papel, y que para detener la devastación tan solo bastara con reemplazar las palabras “tormentas” por “días soleados”. Los tifones arrasaron la ciudad donde estaba el edificio, en el que estaba la oficina, en la que estaba el archivo donde se suponía estaba el cuento, que había originado el fin.