Niño-marioneta
Al resto de los niños marionetas no les habían cortado aún los hilos, y podían seguir fingiendo que vivían, pese a saber que no eran criaturas con alma; en cambio la marioneta negra yacía tirada en el suelo, con su rodilla doblada sobre el cuello, y el conocimiento de ser un ente sin espíritu.